Este portal ha sido creado para presentar los trabajos de escritores y poetas que nos visitan. Tambien para aquellos cuyos trabajos, por su excelencia, merecen formar parte de este espacio literario.

De todos los miembros de "Arena de Caracoles", un saludo.




jueves, 9 de febrero de 2012



                                  Regreso


Porque eres una voz encerrada

en un paréntesis de sombra,

llego a ti por el puente del sigilo.

Semilla adormilada en el tiempo

sin noche ni alborada,

sin surco, sin retoño, sin rocío;

murmullo de palabras perdidas

en el trueno,

con mi puño escondiendo tu eco

para que no me lo robe el viento.

Pero tú, como el arroyo,

que te fuiste con el sol en su silencio,

¡regresaras alborozada

en una algarabía de silencios!




María Isabel Arbona de Martínez
1914 -200

Puerto Rico

domingo, 5 de febrero de 2012


                               AQUELLA QUE TE AMÓ 

Palomas de repente en mis mejillas.
Un sacudir de alas si regresas,
amante, a mi presencia y me perdonas
y arrancas de mi amor la sola queja.
Me juras por tus muertos, yo te juro
por Dios que a los demonios atormenta.
Y en brasas se convierten las palabras.
En pájaros sangrientos que pelean
por las migajas de las hostias últimas.
Ámame hombre en esta noche negra.
Mi historia es ésta: un lecho solitario,
un despertarme atada siempre a hiedras
y una almohada llena de tu rostro.
Mi vida toda es sólo sueño, niebla.
Mas llegas y mi voz ya no es cautiva.
Y aquella que te amó, se me asemeja.

DELFINA ACOSTA

sábado, 7 de enero de 2012

UN DULCE VENENO




¿Por dónde empezar? ¿Por qué no por ese sueño repetido, ese remolino de imágenes que, a veces, amanece en la conciencia y otras se queda atascado en el pliegue de la almohada?

Hay una casa a la que siempre vuelvo en sueños. Es una casa de estancias laberínticas en la que nunca he estado. Abrir cualquier puerta es volver a lo que no se puede, a ese mundo irrecuperable. Hay sueños que, al igual que los recuerdos, parecen encerrar los secretos de una vida y quizás por eso, durante la ensoñación, intentamos buscar algo que nos redima de nuestras pérdidas: las cosas, las personas que quisimos y nos quisieron. Asumimos como inevitables esas ausencias, pero entonces ¿por qué aparecen de súbito en la conciencia como un rumor antiguo de palabras que no entendemos y que nos revuelve como un remordimiento?

Me gusta pensar que los soñados y yo coincidimos en el mismo sueño, pero sólo nos percibimos, algo nos impide vernos o tocarnos ni siquiera levemente, y, al presentirnos cercanos, un estremecimiento parecido al de un reencuentro nos invade. Ojalá supiera cómo soñar para transformar esas evocaciones en presencias corpóreas y todo pudiera repetirse: aquella mirada comprensiva, unas palabras al oído con sabor a nube de algodón dulce, las sutiles caricias de mi abuela que conseguían calmarme. Si pudiera soñar que meriendo un tazón de chocolate con pan, untando de manteca, junto a mis primos, o que vuelvo a visitar el magnolio solitario que tanto me gustaba y que, inquebrantable, se atrevía a romper la armonía del parque cada otoño. Entonces no comprendía la extraña atracción que me arrastraba hacia él para tocar su tronco, ahora sé que ansiaba contagiarme de su firme esencia.

Esa casa me recuerda las dulces costumbres, esos deliciosos venenos que, a pesar de todo, me hacían feliz. Drogas que adormecían mi alma inquieta. Miedos impuestos con palabras de caramelo. Canciones y juegos infantiles cautivadores pero alineadoras como mandamientos divinos. Allí, Carmen, no era más que un sinónimo de corrección. Me moldeaban cada día, por dentro y por fuera. No cabía un pensamiento ajeno a la uniformidad imperante.

Tú, como las demás. Muros y alambradas. En la casa de mi sueño no hay ventanas, sólo cortinas que los fantasmas ahuecan a rachas, imitando el vaivén del viento. No sé por qué el sueño me lleva irremediablemente a ese pasado. No lo deseo. Es posible que intente hacerme recordar que, aunque viví ese tiempo, fui capaz de tomar decisiones, vedadas por tradición, de las que sólo yo fui responsable.

Tal vez, soñar con esa casa reviva mi necesidad de mirarme en los demás para ser consciente de mí y así me ayude a delimitar mi libertad sin dejarme subyugar por sentimientos vacilantes.



Carmen Swan

domingo, 4 de diciembre de 2011

DELFINA ACOSTA



EL SECRETO


No sé por qué pero el silencio estuvo

metiéndose en mis ojos y caía

igual a alguna herida la llovizna,

la que muy lejos cae, en mis pestañas.

Extraña forma de morir aquella.

Y en el jardín los lirios se contaban

con voz de viento y hierba las historias

de otras muertes mías. Los espectros

de rosas insepultas consultaban

en torno a mis insomnios. No sabían

que yo busqué el secreto de la vida

y Dios en su belleza noche a noche.

Aquel perfume suyo fue la infame

respuesta a mis preguntas dolorosas.

¡Señor, hoy brotan rosas sin embargo

de la fangosa tierra de mis dudas!


DELFINA ACOSTA

domingo, 6 de noviembre de 2011

                                         NO ME ENGAÑAN


 No me engañan las falsas promesas
 ni la adulación será nunca mi fuerte,
más no quiero mentiras piadosas
ni decir que me quieren por siempre.


No me engañan con dulces miradas
ni me inclino ante falso cariño
soy cristal, transparente y tan limpio
que no quiero mancharme con nada.

Yo quisiera volar sin destino
alejarme de todo lo ingrato
me han herido mil veces y quiero
ya sanar de dolores que matan.

Me adelanto y camino sin prisa,
se me llenan los ojos del alma
seguiré siendo así pues me digo
quien no ama, no tiene esperanza.


María Susana

sábado, 29 de octubre de 2011

NATALIA VIANA


                Los sueños siempre empiezan a morirse
                por los pies que no quieren ya llevarlos

                                                     -Pedro Salinas-


            Por las manos que se cansaron de asirlos,
            por los labios que no quieren ya besarlos.
            Los sueños empiezan a morirse
            cuando el corazón, un día,
           deja de escucharlos.

domingo, 2 de enero de 2011

MI NIÑO (Al niño Dios)
















Sentido y presentido,

profundo, como un sueño,

ha llegado a la casa un niño de trigo,

dulce y risueño.

Haga sol o haya sombra,

entre las llamas

o en lo hondo del palacio de la lluvia,

sus piececitos

bordan mil huellas dulces en la penumbra

y encienden mi emoción cada mañana.

Y crece tan de prisa

que no me ha permitido hacer ajustes

ni en la mirada ni en la sonrisa.



Mirándolo jugar, celebro a veces

-hasta con creces- sus ocurrencias

y observo pensativo, sin pestañear,

cómo le roba al gato

su cuota diaria de lagartijos

o quebranta polluelos

quebrando huevos en el corral.



¡Y es tan lindo mi Niño!

Ya hace pininos, ya el inmenso hemisferio

de la cuchara y los dientes punzantes del tenedor,

guiados por su mano llegan con tino

a su boquita dulce como una nana y, algo mejor,

sabe la diferencia

entre diestra y siniestra y un sí y un no.



¡ Y es tan lindo mi niño!, tan lindo y sabio,

que hoy en su cesta trae para mí,

versos -y una esperanza que crece a diario-,

¡justo lo necesario para vivir!.



Magaly Quiñones
Puerto Rico,  Diciembre 2010